Dile si al cambio y no al continuismo político.

Dile si al cambio y no al continuismo político.

viernes, 15 de enero de 2010

AD PORTAS DEL FALLO DE LA PRIMERA SALA CIVIL DEL CUSCO EN EL “CASO BÉJAR”:

El Poder Judicial está por decidir la apelación presentada por el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) en contra del fallo de primera instancia de la jueza Nelly Yábar, del Cusco, que declaró fundado el amparo presentado por Edwin Béjar. El abogado Béjar es una persona invidente que demandó al CNM por no dejarle dar el examen escrito a causa de su ceguera, en medio del Concurso de Selección de magistrados 0002-209-CNM “Macro Región Sur”, cuando postulaba para ser fiscal. Uno de los principales obstáculos en este proceso ha sido, sin duda, el prejuicio social existente y el desconocimiento, no sólo de las normas de derechos humanos (como la Convención ONU) sino también la obligación del Estado en estas lides, los denominados “ajustes razonables”, las posibilidades reales de inclusión y el esfuerzo de cada día de las personas con discapacidad por elegir quiénes ser y gozar de sus derechos, como todos y todas.
Con el objetivo de acercarnos a cómo la inclusión es posible, publicamos partes de un artículo escrito por el abogado Béjar sobre los obstáculos que se le presentaron y que superó en su vida universitaria y profesional; un relato que invita a la reflexión y a decirle “sí” a la inclusión.

Aún existen muchas personas que piensan que la discapacidad de una persona, por sí misma, la hace incompetente en comparación con las demás. Esta discriminación ocasiona que nos cueste integrarnos a la sociedad. Los efectos de la discapacidad sobre una persona dependen de manera fundamental del entorno social; es decir, la discapacidad no es solo un problema individual (un medio social negativo puede convertir la discapacidad en invalidez). De ahí, la necesidad de que los Estados y las sociedades tomen medidas para favorecer la integración y participación de las personas con discapacidad en la vida social, de manera tal que se conviertan en sujetos portadores de derechos y obligaciones, y puedan llevar así una vida digna. Estoy convencido que la discapacidad en sí no es un obstáculo que impida llevar una vida normal, ni tampoco una barrera que obstruya el camino a la felicidad y el desarrollo personal.
Soy persona con discapacidad visual desde los 7 años aproximadamente, cuando empecé a perder la visión gradualmente hasta quedarme con baja visión, la que me permitía solo desplazarme. Por este motivo, estudié la primaria en un colegio especial para ciegos, donde aprendí el braille y el uso del bastón. Por mi esfuerzo y dedicación para concluir mis estudios secundarios, fui integrado a un colegio regular donde realicé mis estudios con normalidad.
A los 17 años, pese a las múltiples operaciones a los ojos, perdí la visión. Esto me afectó muchísimo, es una situación en la que una persona debe pasar por un proceso doloroso (que es el duelo), para luego tomar una decisión: o comprometerse en seguir adelante y luchar contra todas las adversidades para tener una vida normal; o tomar la otra opción, la más fácil, la de segregarse y ser una persona dependiente. Gracias a mis padres y hermanos, y en especial de mi madre, quienes en su momento y hasta ahora me dan su apoyo constante y ánimos para seguir adelante, decidí que debía superarlo y nunca darme por vencido; asumir la discapacidad sin compadecerme, estableciendo como criterio de vida que la angustia jamás soluciona los problemas, sino que los agrava, y que las adversidades y las dificultades son parte de la vida diaria, con las que uno debe aprender a convivir para surgir… luchar siempre por lo que uno cree y cumplir con sus objetivos.
En 1996 decidí postular a la carrera de derecho en la universidad San Antonio Abad del Cusco, pero me encontré con varios prejuicios y cuestionamientos respecto a: “¿Cómo daría el examen de admisión?, ¿Cómo estudiaría la carrera?”. También, se me decía que era mejor seguir una carrera técnica, en las que generalmente nos encasillan a las personas con discapacidad. Gracias a la predisposición del Presidente de la Comisión de Admisión, para brindar las condiciones necesarias a las personas con discapacidad y la utilización de prácticas inclusivas basadas en el sentido común, se me permitió rendir el examen en forma oral y que una persona me leyera las preguntas con sus alternativas, a fin de marcar las respuestas que le fuera indicando. Para verificar que se marcaba la respuesta señalada, el examen se realizó en presencia de 2 miembros de la Comisión y mi padre. Logré ingresar en primer lugar a la carrera de Derecho, siendo el primer caso en la universidad donde se demostraba a la sociedad que sí es posible la inclusión.
Durante mis estudios universitarios tuve que encontrar nuevas formas para superar las dificultades existentes y poder seguir mis estudios: el tomar apuntes, la lectura de libros jurídicos, dar los exámenes escritos y sobre todo romper con prejuicios y cuestionamientos que por mi discapacidad tenían algunos docentes. Teniendo en cuenta que no existían textos jurídicos en braille, opté por grabar los libros con la ayuda de mi familia y algunos compañeros de código que me apoyaron bastante. Asimismo, grababa las clases y luego las resumía y transcribía al braille. Respecto a mis exámenes, coordinaba previamente con todos y cada uno de los docentes, quienes me tomaban un examen oral en forma pública, generalmente para evitar suspicacias; y en caso que requerirse, la evaluación era por escrito en una máquina de escribir.
Otra de las dificultades es que algunos docentes no concebían que una persona ciega estudiara una carrera y, mucho menos, una en la que además se tuviese que leer tanto. Estaban seguros que no podría hacerlo y me ponían en condiciones muchas veces más difíciles que mis compañeros, por lo que tuve que esforzarme el doble o el triple que los demás. Conforme fue pasando el tiempo y debido al empeño puesto de mi parte, las actitudes y prejuicios que tenían por motivo de mi discapacidad fueron desapareciendo, realizando mis estudios con normalidad, e incluso muchos docentes me consideraban como ejemplo de persistencia y superación. Concluí mis estudios de pregrado obteniendo el primer puesto de mi promoción y graduándome con honores como abogado, recibiendo el premio de excelencia académica en Derecho por la SUNARP, el mismo que dediqué a mi familia por su apoyo incondicional, a todos mis docentes por sus enseñanzas y adecuaciones realizadas en los exámenes conforme a mi discapacidad, cumpliendo así con uno de los objetivos trazados en mi vida.
Habiendo ya obtenido el Título de Abogado, me prestaba a encontrar un puesto laboral para desempeñarme profesionalmente. Realicé mis practicas pre-profesionales en la Defensoría del Pueblo donde me dieron la oportunidad de demostrar mi capacidad y desempeño laboral, y previo concurso ingresé a trabajar como Comisionado en la misma, para las provincias altas del Cusco. Después, me desempeñé como Jefe de la Oficina Descentralizada de Madre de Dios de la Defensoría del Pueblo, durante los años 2001 al 2003, cargo al que renuncié para seguir estudios de maestría en la ciudad del Cusco, donde trabajé en el ejercicio libre de la profesión sin inconveniente alguno. En la actualidad trabajo en la Municipalidad Provincial del Cusco desde el año 2004, en el cargo de Auxiliar Coactivo, el mismo que ingresé previo concurso público de méritos conforme a lo dispuesto por la ley Nº 26979 del Procedimiento de Ejecución Coactiva. En estos cargos, me he desempeñado con normalidad, cumpliendo mis funciones en condiciones de igualdad que mis compañeros de trabajo y sin impedimento alguno por razón de mi discapacidad visual.
Una de las cosas que ha cambiado mi vida y forma de realizar mi trabajo, con independencia y autonomía, es el uso de un programa lector de pantalla. Éste, me permite interactuar con la computadora al igual que cualquier otra persona, y funciona mediante un sintetizador de voz que va leyendo todo lo que aparece en la pantalla o lo que va realizando la persona en el teclado. Con el uso de un scanner, este programa me permite digitalizar documentos, libros y otros, que son leídos por la computadora; además de usar Windows, Word, Excel, navegar en Internet, acceder a bases de datos, etc. Este programa me ha ayudado bastante para realizar estudios de Maestría en Derecho Civil y Procesal Civil, de Maestría en Derecho Penal y Procesal Penal, de doctorado en Derecho e Investigación; así como diversos diplomados de especialización en Derechos Humanos, Constitucional, Administrativo, Municipal, Tributario, Laboral, Procesal Constitucional, Nuevo Código Procesal Penal, Conciliación, Arbitraje, Docencia Universitaria. Con la aparición de la informática, se han abierto un sinfín de posibilidades que facilitan la integración en el ámbito profesional y la capacitación de las personas con discapacidad visual, a través de la utilización de programas de lectura de pantalla, magnificadores, impresoras Braille, teclados Braille parlantes, entre otras adaptaciones tecnológicas.
Mucha gente que ha trabajado conmigo, después de conocerme, ha cambiado su forma de pensar y ver a las personas con discapacidad. La práctica les ha demostrado que el hecho de no poder ver no implica que no podamos pensar; y que el uso de tecnología, computadoras, scanners, filmaciones, fotografías, grabaciones o un asistente por ejemplo para desplazarnos, leer un documento o conocer lo que va sucediendo, no es que nos sustituya en el ejercicio de nuestras funciones. Todo ello constituye adecuaciones necesarias que nos permiten desenvolvernos en condiciones de igualdad que los demás. Hay diferentes funciones que he realizado en la Defensoría del Pueblo, como supervisión electoral, supervisión de centros de salud o puestos policiales (entre otros). Como auxiliar coactivo, he llevado a cabo diligencias de embargos, remates, verificación (entre otros); funciones que aparentemente no podrían ser efectuadas pero que he realizado con normalidad y sin que se haya visto afectado el derecho de los demás.
Siempre he creído que uno debe luchar por lo que quiere, superando las dificultades que se puedan presentar y no solo estar quejándonos. Es preciso realizar cosas concretas que permitan demostrar a los demás que las personas con discapacidad no queremos dádivas, sino IGUALDAD DE OPORTUNIDADES para demostrar nuestras capacidades; y que en el trabajo, el problema no es la persona con discapacidad, sino su entorno no adaptado para ofrecer condiciones laborales que normalmente otros individuos no necesitan. En nuestro país, aún queda mucho por trabajar para que esto realmente se cumpla y eliminar aquellas barreras mentales que aún tiene mucha gente. Esta labor bien vale la pena, y es además un deber constitucional del Estado, en pro de cumplir con la construcción de una sociedad que no sea para la mayoría, sino absolutamente para todos y todas.
Abog. Edwin Romel Béjar Rojas

No hay comentarios:

Publicar un comentario